Tengo la suerte de haberme hecho un “selfie” en el precipicio y poder contarlo en un libro. Pero en ese intervalo descubrí en mí a una persona distinta. Incapaz de mover el cuerpo ni respirar sola. Atada a un respirador y a una cama. Alimentada primero por sonda y luego por gente que me quería y se preocupaba por meterme la cuchara en la boca. Sentí lo que era querer mover una pierna, una mano o la espalda y que tu cuerpo no respondiera. Y también, supe lo que era perder la voz, mi herramienta de trabajo y mi pasión como comunicadora.

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Y desde ahí, como el perdedor que se deja hasta la camisa jugando al póker solo me quedaba un camino: empezar de cero. Y en ese volver a comenzar, lo primero que hice fue tomar consciencia de que tenía la mayor victoria: estaba viva. El 70% de mis compañeros de mediastinitis no tenían la suerte de transitar ese desierto porque ya no estaban. Desde la gratitud de estoy “vivita y coleando” cada paso adelante era una celebración.

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Así que cuando me di cuenta que mi papel no era el de perdedora desahuciada sino más bien el de ganadora del Euromillon con bote incluido, me dediqué a coleccionar aprendizajes como quien rellena un álbum de cromos.

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En estas páginas, comparto las herramientas que a mí me ayudaron a impulsar la resiliencia y determinación en mi momento más complicado. Así como el poder de la Energía Vitalista o fuerza interior; esa que todos tenemos dentro para superar la adversidad y convertirla en fuente de crecimiento y felicidad.

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3, 2, 1… bienvenidos a la era AtrapaVida.